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Cada vez que vengo a Salamanca, no puedo por menos que darme una vuelta por el monte entre los tomillos y las jaras de este nuestro querido pueblo. Es como si cogiera oxígeno para todo el año.
Mis recuerdos de niño con mi abuelo Celestino yendo a regar al huerto montado en el burro, es algo que creo que me acompañará siempre.
Y aquellas fiestas de San Roque de niño ¡Inolvidables! ¡Y esas perrunillas! ¡QUE BUENAS!.
Mis padres, Antonio e Isabel, siguen pasando los veranos en la casa que fué de mi abuelo Celestino.
Un saludo para todo el pueblo, mis tíos Nachi y Paco y para Manolo, que lo está haciendo muy bien. Y un beso muy grande para mi hermana Mari Luz, que en Julio se fué al cielo.